Columna del Experto
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LATINOAMÉRICA Y EL DESAFÍO DE NAVEGAR UN MUNDO "MULTIPLEX": Amitav Acharya ayuda a reflexionar sobre la región en el escenario global.

En un "mundo multiplex" -concepto instalado por Amitav Acharya- , una pluralidad de actores que reflejan diversidad cultural y un desigual poder relativo, compiten en múltiples planos simultáneos. Son Estados, pero también organismos internacionales, empresas y otros actores no gubernamentales. Incluso son regiones geográficas con cierto grado de institucionalización, tal el caso de la UE, o que aspiran a tenerlo.

La idea de un "mundo multiplex" adquiere más relevancia a la luz de los cambios que hoy se observan en el sistema internacional y, en especial en el sistema comercial global. A diferencia del sistema internacional que resultó de la Segunda Guerra Mundial, el que está emergiendo ahora no refleja sólo las perspectivas ni los intereses de una potencia superior, ni siquiera de un conjunto de potencias con poder suficiente para imponer, en forma sostenida, su voluntad al resto. Por ello, resulta difícil identificar quienes pueden ser los creadores de reglas de juego de la competencia internacional.

En un mundo con tales características, los protagonistas tienen que tener claro sus objetivos y lo que pueden aspirar a lograr, especialmente por el valor relativo que tienen en la perspectiva de los otros protagonistas con los que interactúan.

Al menos tres factores explican nuevos escenarios internacionales con impactos en el valor relativo que un país tiene para otros. Uno es la población mundial. No sólo más gente, sino que el crecimiento demográfico y las pirámides de edades, generan un mapeo poblacional con marcadas diferencias a los del pasado. El otro es la conectividad de naciones y mercados. Conexión física, pero también económica y cultural. Y el tercero es que todos los protagonistas -naciones o regiones, consumidores o productores, empresas o ciudadanos- perciben múltiples opciones para lograr sus objetivos. Entender la dinámica de tales opciones será en adelante condición necesaria para competir y negociar.

Tres consecuencias pueden extraerse para la estrategia internacional de países latinoamericanos. Una es la necesidad de tener diagnósticos de calidad sobre cambios que se operan en todas las regiones y países. Otra es el desarrollo de capacidades de negociar en todo el mundo a la vez. Y la tercera es la de articular esfuerzos en torno a objetivos de inserción internacional, que reflejen una visión asertiva de lo que se aspira a lograr.

¿Qué papel tiene o puede tener la región latinoamericana en la estrategia de sus distintos países de insertarse en un "mundo multiplex", y de incidir en el eventual rediseño de instituciones y reglas de la gobernanza global? Es ésta una pregunta de gran actualidad.

El concepto de "mundo multiplex" lo instala Amitav Acharya, profesor de la American University - Washington D.C, en su libro "The End of American World Order" (Polity Press 2014) (ver al respecto este Newsletter de julio 2014 y de abril 2015, en http://www.felixpena.com.ar/) Luego Acharya desarrolla su idea de un "mundo multiplex" en artículos publicados este año y cuya referencias se encuentran en la Sección Lecturas Recomendadas de este Newsletter.

En un "mundo multiplex", una pluralidad de actores que reflejan una amplia diversidad cultural y un desigual poder relativo, puede competir en forma simultánea en múltiples planos y escenarios. Son, entre otros, Estados pero también pueden ser organismos internacionales, empresas, y otros actores no gubernamentales incluyendo distinto tipo de redes transnacionales. A veces son regiones geográficas con cierto grado de institucionalización, tal el caso de la Unión Europea, o que aspiran a tenerlo.

Es un mundo de interacción y negociación continua, y en el que la violencia en sus diversas variantes, es también una de las modalidades que se emplea en la confrontación entre los protagonistas. Pero ninguno de ellos tiene el poder suficiente para aspirar a imponer en forma sostenida, a los demás y por si solos, un determinado orden global o regional, con sus instituciones y sus reglas. Es un mundo, por ende, en el que las vocaciones hegemónicas tienen efectos limitados y no necesariamente sostenibles.

La idea de un "mundo multiplex" adquiere más relevancia a la luz de los cambios profundos que hoy se observan en el sistema internacional y, en especial en el sistema comercial global (ver al respecto este Newsletter de los meses de junio 2017 y de julio 2017, en http://www.felixpena.com.ar/). A diferencia del sistema internacional que resultó de la Segunda Guerra Mundial, el que está emergiendo ahora no refleja sólo las perspectivas ni los intereses de una potencia superior, ni siquiera de un conjunto de potencias con poder suficiente para imponer, en forma sostenida, su voluntad al resto. Por ello, resulta cada vez más difícil identificar quienes pueden ser los creadores de reglas de juego de la competencia internacional del futuro.

En un mundo con tales características, todos los protagonistas navegan según lo que creen que son sus propias posibilidades. Ello supone tener un diagnóstico acertado de los márgenes de maniobra que permiten las realidades de la distribución del poder mundial, incluyendo el conocimiento de los espacios de concertación que existen con otros protagonistas. Esto es válido tanto en el espacio geográfico global como en cada uno de los espacios regionales o subregionales. Todo protagonista tiene que tener claro cuáles pueden ser sus objetivos. Pero, sobre todo, tiene que tener claro que es aquello a lo que puede aspirar a lograr, especialmente por el valor relativo que tiene en la perspectiva de los otros protagonistas con los que interactúa (ver este Newsletter de mayo 2012, en http://www.felixpena.com.ar/, y, en especial, la referencia al libro de Ian Bremmer, "Every Nation for Itself. Winners and Losers in a G-Zero World", Portfolio/Penguin, New York 2012).

Tanto los diagnósticos que se elaboren, como las estrategias y cursos de acción que un protagonista intenta desarrollar en el sistema internacional, incluyendo sus eventuales alianzas, están expuestos a los constantes cambios que se operan en contextos políticos y económicos de fuerte dinamismo.

Al menos tres factores explican los nuevos escenarios internacionales con impactos en el valor relativo que un país tiene para otros.

Uno es la población mundial. No sólo más gente, sino que el crecimiento demográfico y las pirámides de edades, generan un mapeo poblacional con marcadas diferencias a los del pasado. En términos relativos países de Asia, África y América Latina, adquieren hoy un protagonismo creciente en las relaciones internacionales, sean políticas, económicas o culturales. Es una población en la que la distribución del ingreso da lugar a un fenómeno con incidencia en comportamientos sociales, expectativas de vida, y niveles de consumo. Es el del crecimiento de la clase media urbana, con capacidad de consumo, nivel de información sobre sus opciones y, por ende, empoderamiento relativo, imposibles de ignorar en las estrategias de inserción en el mundo de cualquier país.

El otro es la conectividad de naciones y mercados. Conexión física, pero también económica y cultural. Por los cambios tecnológicos el mundo está más conectado. Es un mundo que al estar más conectado, es más similar en muchos aspectos y más diferenciado en prioridades y expectativas. Bienes y servicios, ideas y valores, costumbres y pautas de consumo, tienden a asimilarse y, a la vez a diferenciarse, en buena medida por factores culturales. Entenderlos es una necesidad creciente para quienes intenten competir con éxito por los mercados mundiales.

Y el tercer factor es que todos los protagonistas -naciones o regiones, consumidores o productores, empresas o ciudadanos- perciben múltiples opciones para lograr sus objetivos. Entender la dinámica de tales opciones será en adelante condición necesaria para competir y negociar.

Lo dicho señaliza la entrada en un mundo dinámico, complejo e impredecible. Operar en tal mundo, requerirá conciliar visiones e intereses de corto plazo, con los del muy largo plazo. Requerirá identificar y valorar todas las opciones factibles. Y también capacidad de prever y captar a tiempo continuos desplazamientos de ventajas competitivas entre naciones, originados en cambios tecnológicos, en variaciones del poder relativo de los protagonistas, o en transformaciones culturales que incidan en valores y prioridades en distintas naciones.

Tres consecuencias pueden extraerse para la estrategia internacional de los países latinoamericanos, incluyendo por cierto a la Argentina. Una es la necesidad de tener diagnósticos de calidad sobre cambios que se operan en todas las regiones y países, pero con incidencia potencial en la capacidad de la oferta de sus bienes y servicios, para competir en sus mercados. Implica esfuerzos organizativos para aprovechar la capacidad instalada en el plano académico en todos sus niveles.

Otra es el desarrollo de capacidades de negociar en todo el mundo a la vez. Implica no privilegiar uno u otro. Para países con las ventajas que predominan en la región latinoamericana, todo país es valioso. No es fácil por cierto de concretar en la práctica. Implica superar tendencias a priorizar tal o cual protagonista por razones históricas, culturales o, peor aún, ideológicas. Estrategias negociadoras que privilegien un país o una región con respecto a otras, no son recomendables para países como son la Argentina y muchos de sus socios latinoamericanos, relativamente lejanos a las líneas de alta tensión internacional, que por sus recursos naturales, su experiencia empresarial y laboral, su talento y creatividad, su diversidad cultural y étnica, tienen lo necesario para ser valorados por un espectro amplio de otras naciones y mercados. Para los países latinoamericanos y para la Argentina, contraponer en la región el Atlántico y el Pacífico, en el mundo Europa, EEUU o China, o tal o cual países desarrollado o en desarrollo, no parece ser algo recomendable. Es antiguo.

Y la tercera consecuencia es la de articular esfuerzos sociales en torno a objetivos de inserción internacional, que reflejen una visión asertiva de lo que un país aspira a lograr.

¿Qué papel tiene o puede tener la región latinoamericana en la estrategia de sus distintos países de insertarse en un "mundo multiplex", y de incidir en el eventual rediseño de instituciones y reglas de la gobernanza global? Es una pregunta de fuerte actualidad teniendo en cuenta la agenda de reuniones en las que los países latinoamericanos participarán en los próximos meses y hasta finales del 2018. Sin perjuicio de otras, tres reuniones internacionales se destacan. Tales reuniones son la Undécima Conferencia Ministerial de la OMC en Buenos Aires (diciembre 2017); la reunión del Foro CELAC-China, en Santiago de Chile (enero 2018), y la Cumbre del G20, también en Buenos Aires (noviembre 2018).

En ocasión del Seminario sobre la Alianza del Pacífico y el Mercosur, organizado por el INTAL en Mendoza, el pasado 19 de julio, en ocasión de la reciente Cumbre del Mercosur (ver http://conexionintal.iadb.org/), los participantes debatieron sobre la articulación entre los países de la región, tanto en la perspectiva de su inserción en el nuevo contexto económico global, como en la de la renovación de las agendas de los procesos de integración regional latinoamericana. Se observó el predominio de una visión asertiva de las oportunidades y, a la vez, desafíos, que la nueva realidad global plantea a los países de la región. Y se consideró que frente a tales oportunidades y desafíos los países latinoamericanos debían adaptar sus estrategias y, en particular, sus metodologías de trabajo conjunto, teniendo en cuenta que muchos de los conceptos, paradigmas y fórmulas del pasado se están volviendo obsoletos.

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